7 Años

De haber sabido qué sucedería durante 7 años, hubiese tomado cosas más a la ligera.
Hubiese olvidado y dejado de lado problemas y limitaciones absurdas que impidieron sucesos que jamás conoceré.
Podría haber disfrutado más el tiempo que se me fue otorgado, compartiéndolo y regalándolo a pensamientos, acciones y personas que sí se lo merecían.

Debí ocuparme de vivir gratos momentos, experiencias, aventuras, fracasos y victorias que me habrían permitido superar otra clase de situaciones.

El tiempo es muy valioso y suele menospreciarse. 




Yo... aún no logro comprender siquiera un ápice de su valor.

Daltonismo

Hasta hace mucho, no había tenido demasiadas ocasiones de apreciar ciertas cosas que se pasan por alto al autocondicionarse en un entorno que a mi parecer es hostil. Estas ocasiones, al contrastarse con lo habitual y cotidiano, se olvidan fácilmente y luego de ello se hace mucho más fácil quejarse de que no pasó a tratar de recordarlo. Esta vez es una de esas ocasiones (y no precisamente hoy), en las cuales el mundo parece dejar de estar tan apagado y gris, de ser un lugar de desesperanza, de cotidianidad, de "nimios placeres mundanos" y otras tantas formas de nombrar lo mismo. Por un momento, puedo darme el lujo de cegarme con la luz que baña a ciertas personas, que hacen del mundo un lugar maravilloso, lleno de color y vida. A pesar de ello, nada es imperecedero, ni mucho menos este estado.


Volver a la invidencia será una auténtica vergüenza, mas no puedo escapar al proceso natural de "sube y baja" al cual está sujeta la naturaleza. Ese momento llega tarde o temprano, y cuando toca mi puerta, me es tanto difícil poder abrirla y dejar salir a lo que debe salir, y volver a dejar entrar a lo que acostumbra a habitar junto a mi. Es curioso cómo la humanidad ha sido estructurada, o cómo el hombre se comporta como un animal social. El aislamiento ha sido una forma de vivir donde puedes estar seguro de que "nada pasará", muy al contrario de lo que es vivir allí fuera: apostando la vida y decisiones que terminan en fracasos o eventualmente éxitos sin precedentes, o en una neutralidad aburrida. Y es sin embargo, el contraste, el resalte que tiene un estilo de vida del otro, el hambre de la saciedad, el calor del frío, el sueño del insomnio el que permite apreciar la belleza del mundo (aunque esto puede sonar un poco irónico).
Escribo esto, porque sé que lo olvidaré. Escribo esto, porque en un par de semanas o meses, no recordaré cómo me sentía. Escribo esto, porque desconozco mi futuro. Escribo esto, porque cuando no encuentre a nadie con quién congeniar, con quién poder hablar, quien pueda tal vez entender no empáticamente, si no con genuidad, lo que pueda sentir, podré recordar un mensaje pasado. Una evidencia de tiempos pretéritos que formarán parte de la historia, pero que a la vez son una evidencia y una herencia al futuro, un llamado de real esperanza. 
La abstinencia será algo que tal vez jamás supere, y que tal vez no pueda saciar durante quién sabe cuánto tiempo más; pero en el fondo, sabré que lo que estará sucediendo es que sólo estoy acumulando y acumulando, pasando mayores penurias para disfrutar la ambrosía definitiva, para entregarme nuevamente de la única forma que sé, con una absoluta sinceridad y apertura, arriesgando todo por una causa.

Si he de fracasar una vez más (no sería la primera), jamás he de olvidar que aún tengo lo más importante del mundo: a mí.

20 años que se van

Hacía tiempo que no escribía, probablemente no tenía nada interesante que contar (suponiendo que cuento cosas interesantes -> ¿A quién?); y es que ad portas de un nuevo año, me dieron ganas de hacer un sumario, una síntesis del año (qué va, del semestre; no tengo memoria tan buena). No tengo razón para compartirlo en un espacio público, pero aún así, supongo que a causa del insomnio, lo haré. Y es que realmente me parece impresionante cómo las cosas pueden cambiar en periodos tan pequeños. Las posibilidades, lo eterno y lo perenne son pisoteados por el paso del implacable tiempo, haciendo su y nuestra existencia efímera y nimia. Advierto que las próximas líneas están llenas de sentimientos (re-sentimientos) ponzoñosos pero, ¡qué va! Es así como he experimentado el pasar del tiempo. Me gustaría decir que no es mi culpa, pero si no, ¿de quién? 
- El año comenzó con el pie derecho, puedo recordarlo. Fue uno de los mejores momentos de los que tengo memoria, es más, me sentí absurdamente bien. Hasta una sincera y profunda sonrisa se dibujó en un rostro más que adormecido en decepciones. No necesito mencionar qué pasó, sé que fue un momento que no (y no pienso) olvidar.
- Cuando no se aprende, es preciso volver a repasar la lección, de la misma forma o desde otro enfoque. Asumo que nuevamente pensé mal. Y es que tanto pensar me ha terminado enfriando. Pero uno no es de roca, y siempre (casi por naturaleza humana o estupidez) está esa esperanza escondida en alguna esquina de alguna alcoba abandonada, ese calor de los últimos días del invierno, esa alegría de niño, esa inocencia perdida con los años, la capacidad de volver a maravillarse con las personas. Es aquel empujoncito, el martilleo en el punto justo que desintegra la coraza. El clicheístico momento de vulnerabilidad. Y el resultado variable. Variable, dentro de ciertos parámetros. Me había prometido no volver a caer en el mismo agujero, pero hay trampas que están demasiado bien disimuladas; pero lo importante es aprender de los errores (dicen), pero francamente me aseguro que no tengo una nueva lección. Después me pregunto por qué soy tan hosco. Nuevamente nos encontramos en el dilema usual, el huevo o la gallina, el ser o no ser, si se nace o se hace; puede que el culpable en sí no sea la parte importante del asunto.
Desconfianza. Temor. Terror. Pavor.
- Hay malentendidos que me dan lo mismo. Hay malentendidos que me molestan. Hay malentendidos que sí me importan. Y hay mal entendidos que no entiendo. Un par de palabras, y las frágiles relaciones sociales se destruyen. Debería estar habituado a ello, pero me sigue extrañando la causa real del conflicto: ¿eran celos, mi egoísmo, mi personalidad? Me dijeron que soy demasiado egoísta, pero prefiero no confundir la mediocridad con la ayuda al prójimo. De todas formas es el camino que he elegido, y por primera vez, quiero terminar algo bien.

Al final, no hay nada: ni una frase, una foto, mucho menos expectativas de algún porvenir.

Eclipsando

El invierno aún está muy lejos, pero mientras estoy a tu lado, puedo aferrarme al reconfortante hielo de tus brazos.
No cuesta demasiado creer, que otra vez estoy aquí, intentando lo imposible, por una razón desconocida, ajena a mi raciocinio actual. 
Y qué he ganado? Alargar lo inevitable. Ni pena por mí puedo sentir en este momento.
.
.
.

Sólo quiero que me cobijes con tu manto helado y no me dejes ir.

With the setting sun

Mientras te vas, permanezco sentado contemplando cómo tu silueta se funde con las sombras dibujadas por los árboles. Saco un último cigarrillo, un corte de papel y algo de tinta. Respiro el veneno de la herida abierta y mal cicatrizada; lento, quedado y denso.
La precaución evitó el exterior, dejándose a tu merced, tu cruel cobija.

Un último intento. Una última oportunidad. 

Sorprendida? No. Molesta? No. Feliz? Ojalá. Inútilmente te sostengo, deseando no dejarte ir...


Pero para que te vayas, debiste alguna vez haber estado aquí.


A Perfect Day

Maldita sea, es de esta forma como vuelvo arrastrándome para escribir (quejarme) sobre el mundo. Y por mundo me refiero a un piño de personas, que por alguna razón de estúpido conformismo y pseudo moralidad no las nombraré, y qué? De todas formas si las nombro, no cambiaría en nada, aún tendría que cargar con su mediocridad (como si la propia no fuese suficiente).
Hay muchas cosas que no entiendo de los demás (implicando que me entiendo), y por alguna razón, no entender a los demás, es más molesto. Mucho más molesto. Como la piedrecilla de mis bototos favoritos. Como las sillas cortas de los buses. Como estar despierto por culpa de irresponsables. Como por odiarme por culpa tuya (recordar que estoy dejando de lado las variables internas de todo este gimoteo). 
La traición duele, aún más si la persona que te traiciona es alguien que alguna vez quisiste, y aún más en vísperas de una fecha tan interesante. Todo estaba resultando debidamente, sólo un pequeño desliz, un estornudo, un tropiezo botó el castillo de cartas que frágilmente logré construir en una base tan inestable como mi psiquis. 
"Todos tienen días así", "a todos les pasa alguna vez en la vida", "no seas tan negativo", "te comprendo"... pero y qué mierda me importa, la empatía no soluciona nada. Y como si pudiese evitar, o como si quisiese ser negativo. Consolar a alguien por romper un jarrón es más sencillo que ponerse en los zapatos de los demás, o es más, ni siquiera se dan el tiempo de pensar... ya no importa.
Otra vez, el talento para elegir mal, realmente llega a ser un don. Pensé que no volvería a cometer un error tan garrafal, pero hemos aquí.
Y yo que pensé que te podía querer, pero el maldito rencor, es un trago demasiado amargo, en comparación a lo que estoy habituado. Esto es el exilio. No debí haber esperado algo de alguien de nuevo. Pero gracias por recordarme por qué elegí este camino. 
Gracias.