Apendicitis Emocional

Era el séptimo cigarrillo de la noche. Llevaba días sin dormir muy bien (y poco). Todo esto terminó por marearlo. Esta vez no estaba feliz. Bueno, nunca se sintió demasiado feliz. Pero no estaba alegre. Ni sonriente. Ni menos con amigos. Sólo estaba él, con la música con volumen alto, acostado en el suelo, cuando debía estar estudiando. Para su sorpresa, alguien tocó la puerta. Sus cejas arquearon, pero no sintió apuro por abrir. Necesitaba saborear la sensación de que alguien lo estaba buscando. Y esperando. La puerta volvió a sonar, más fuerte que antes. Se incorporó mientras escupía el veneno que tanto disfrutaba. No se molestó en arreglar su ropa. A él le agradaba verse mal. Abrió la puerta, y ahí estaba, un viejo amigo en la puerta. De la misma edad, aunque con un aspecto más enérgico, lo saludó cordialmente mientras entraba a la habitación, a la vez que encendía un cigarro. Él volvió al suelo, tal como lo había estado hace un momento, mientras su amigo se sentó en la alfombra. Hubo un momento en silencio, hasta que el recién llegado decidió romper aquella helada barrera. - Qué te pasa, hueón? - A mi? Nada. Y a ti? - A mi? Estoy preocupado, llevas días encerrado en el departamento, y sé que estás estudiando y todo eso, pero no me vengas con estupideces, sé que te pasa algo. - ... - ... - ... - Ya po, en serio. Hasta se siente la atmósfera tensa. Ya no me hablas como solías hacerlo. - Me- - ? - Siento que voy a desaparecer. - Cómo? - Eso po. Siento que me estoy fundiendo en el aire. Poco a poco estoy dejando este cuerpo (el único cuerpo que he tenido, claro) en pos de la nada. Creo que nada, ni nadie me ha atado. Debería sentirme afortunado, o triste? Entonces, a qué me debería aferrar? A mis triunfos materiales? Todo lo que alguna vez quise, lo perdí. Lo único que me queda, son como 3 cigarros y esos temas que se han repetido a lo largo del día. Perdona que me veas en este estado. - ... - Al menos puedo decir que será la última vez. El visitante se levantó, apagó el cigarrillo y se dispuso a salir de aquella habitación. Mientras abría la puerta, volvió la vista a su amigo que yacía aún acostado. - Me alegro que estés bien. Te dejo acá mi cajetilla, así tendrás algo para entretenerte. No te diré que lo que sientes es temporal, porque sinceramente no tengo idea. Pero acuérdate que mañana íbamos a ir a romper los muebles y quemar los papeles de la casa antigua, así que, aunque no te guste como suene, te necesito, al menos hasta mañana. No se te ocurra desaparecer. Cerró sus ojos, sin saber qué responder, cosa que realmente era innecesaria. Ya había escuchado lo que quería. Le dijeron lo que necesitaba oír. La luna estaba redonda, como de costumbre, alumbrando su habitación con un pálido baño helado. Dubitativo, articuló lo único que se le vino a la mente en ese momento. Quién sabe, tal vez era mejor que el silencio. - No te vayas aún, que esta canción (aún) me recuerda a ti.